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EL TERAPEUTA TRANSPERSONAL

La palabra terapeuta viene del griego therapeutes compuesta con el verbo therapeuein = cuidar, atender, aliviar, servir, mas el sufijo griego “tes”, “tas”, “ta”, con la connotación de agente, en el sentido de persona que representa o gestiona alguna cosa.

El terapeuta es entonces un cuidador, un acompañante que alivia el sufrimiento del alma en su tránsito entre la oscuridad de la ignorancia y la luz del conocimiento; al igual que en la mayéutica socrática es una especie de “partero” que asiste al caminante en el proceso de alumbramiento, del nacimiento de un nuevo Yo.

El terapeuta practica la escucha atenta, acoge y señala: escuchando acoge abrazando con empatía al que sufre, y señalando ayuda a enfocar la conciencia en aquello que da sentido a la existencia, lo que permite alcanzar ese gran tesoro que es el conocimiento de si mismo.

Lo que se propone no es luchar contra “el mal” sino buscar el Bien a pesar del mal, no es luchar contra el miedo sino actuar aunque sea con miedo, no es luchar contra los defectos, sino desarrollar nuestros talentos y virtudes, aceptando nuestras limitaciones para aprender del error, convirtiendo el yerro en una experiencia de aprendizaje.

El terapeuta transpersonal descubre que detrás del motivo aparente por el que se viene a consulta, hay en muchos casos una demanda interior que ahoga, y aunque de esto no es consciente, lo que realmente se anhela es un nuevo modelo de vida, donde haya claridad en nuestros objetivos y una mejor gestión de nuestros sentimientos. Cuando esta búsqueda se enfoca en lo transpersonal, se inicia un camino hacia una nueva forma de pensar, sentir y actuar para alcanzar la coherencia necesaria que producirá un cambio profundo en el sentido de la vida, que nos conducirá de un modo progresivo hacia la autorrealización.