Me llamo Pedro, soy contable, y tengo que reconocer que yo no busqué estos cursos, podría decir que ellos vinieron a mí, o que la vida los puso en mi camino (pero no creo en el azar, ni las casualidades).
Me defino como un hombre escéptico, egoísta, distante y (como la gran mayoría, hoy en día), siempre muy ocupado. Un hombre que se enfadaba con frecuencia, (demasiada) con todo y todos, con el mundo y consigo mismo, que culpaba a otros y se culpaba. Que se sentía infeliz.
No fueron pocas las excusas que di y me di, para no empezar con ellos cuando surgió la oportunidad, pero me convencieron:
– El deseo, la necesidad de librarme de todo eso, de al menos intentar sentirme de otra manera, de reconciliarme conmigo mismo, de hacer algo por mejorar mi vida, de conocerme mejor.
– La idea de que no tenía nada que perder, y sí que ganar.
Así que me decidí a probar con el primer curso, y me sorprendió. Captó mi interés por completo: ameno, práctico, divertido, cercano y muy humano, toda una experiencia.
Con un temario lleno de enseñanzas básicas para cualquier ser humano, donde siendo importante la teoría, lo son mucho más las herramientas que aporta, para ponerlas en práctica y experimentarlo en nuestra vida diaria.
Impartido por Francisco (Shankara), que consiguió desde el principio, de una forma natural, sincera, asequible, y muy comprensible, que resultara fácil lo complejo, y simple lo profundo. Entregado a sus enseñanzas, además, te invitaba continuamente a sanar heridas y a entender su verdadera naturaleza, a abrir puertas, a liberarte de pesadas armaduras y a desprenderte de lastres no solo inútiles, sino dañinos. Te invitaba, en una palabra, a descubrirte a ti mismo, a conocerte y reconocer tu verdadera naturaleza interior.
Personalmente:
Enseguida me sentí, no solo cómodo, sino en casa, compartiéndolo con hombres y mujeres, con las mismas tristezas, alegrías, dudas, deseos y aspiraciones que yo; personas que hoy, podría decir, son una segunda familia para mí.
Hay un antes de estos cursos y un punto de inflexión desde que los empecé (aún los continúo). Han cambiado mi visión de las cosas por completo, han conseguido que yo mismo me respondiera a preguntas que antes ni me atrevía a plantearme, me están ayudando a amarme a mí mismo, me han reconciliado con la vida, me están haciendo mejor ser humano, a pesar de que aún me queda mucho por aprender y más aún por poner en práctica.
También quiero decir lo que no son: no son un milagro, pero te hacen consciente de que está en ti, en mí, en tod@s, y que de nosotros depende hacernos artífices de nuestra vida y elegir cómo queremos vivirla, utilizando nuestra propia voluntad, redescubriendo el amor y haciendo uso de nuestra natural inteligencia de vida, algo que, no solo tenemos tod@s, sino que somos.
Solamente puedo decir: Gracias.